Informaciónes y agradecimientos [1]
I. Introducción
1. La revista África es considerada como la principal publicación española de carácter colonial vinculada a la esfera de poder en la que ideólogos y actores plasmaron su ideario. Militares, intelectuales, médicos, periodistas, ingenieros, miembros de la judicatura, etc. fueron elaborando en sus páginas, a partir de 1924, un discurso colonial vinculado al ideario del africanismo español. Este ideario alcanzó en el norte de Marruecos su mayor momento de expresión a partir de julio de 1936, tras el golpe de Estado dado por el general Francisco Franco. La revista seguía el modelo de la francesa Revue des Tropes Coloniales cuya aparición tuvo lugar en 1902 [2]. Entre 1924 y 1978 la revista tuvo una vida activa con una periodicidad mensual, salvo contadas excepciones como el periodo que comprendió la Guerra Civil española (1936-1939) y los primeros años de postguerra (1939-1942). El fin del colonialismo español en África, tras la retirada de las tropas españolas del Sáhara en 1976 y la muerte del General Francisco Franco en 1975 marcaron el inicio del fin de una revista que había sido creada cinco décadas antes con un fin definido : actuar como propagadora de los intereses coloniales españoles en África. En 1978 se publicó el último número de África.
2. Tres son las etapas en las que se pueden dividir la historia de la revista. La primera de ellas se desarrolló entre 1924 y 1926, periodo durante el cual la revista era publicada bajo la cabecera Revista de Tropas Coloniales [3]. El segundo periodo abarca de 1926 a 1936, etapa durante la cual la revista pasó a denominarse África teniendo como subtítulo Revista de Tropas Coloniales. Entre 1936 y 1942 la revista dejó de publicarse. El estallido de la Guerra Civil, la derrota de la II República [4] y los años de la postguerra española provocaron su interrupción no siendo hasta 1942 cuando se inició una tercera etapa con el nombre de África, denominación que mantuvo hasta su desaparición en 1978.
3. El presente artículo tiene como objetivo analizar la revista española África en su primera y segunda etapa (1924-1936). Durante estos doce años cuestiones como la definición del papel del ejército español en Marruecos, la exaltación de hazañas militares, la evolución de una temática militar a otra más colonial y la elaboración de un discurso de hermandad hispano-árabe fueron las principales líneas que abordó la publicación. La revista surgió en un contexto colonial en el que las autoridades españolas no tenían un control total del territorio que le había correspondido administrar tras el establecimiento del Protectorado franco-español en Marruecos en 1912 y en donde figuras como Abdelkrim Al-Jattabi y Ahmed Raisuni [5] ofrecían una resistencia armada a la acción colonial española, que alcanzó su punto álgido en la Batalla de Annual (1921). La existencia de dicho conflicto y los esfuerzos por la « pacificación » fueron centrales en el discurso editorial de la revista en su primera época. No fue hasta 1927, tras la muerte de Raisuni y la entrega de Abdelkrim, cuando España consiguiera el control total del territorio. Esta fecha marcó un punto de inflexión en donde la temática militar dio paso a un cambio de línea editorial de corte más colonial.
4. La acción militar no fue la única materia abordada en la revista. El arte, la antropología, la religión o la historia fueron temas que encontraron su lugar en las páginas de África y en donde colaboradores como el geógrafo Gonzalo de Reparaz, el militar y miembro de la administración colonial española en el Norte de Marruecos Tomás García Figueras, el militar Francisco Franco, el periodista y escritor Enrique Arqués, el militar y director general de Plazas y Provincias Africanas desde 1944 José Díaz de Villegas, el oficial del cuerpo jurídico militar Antonio Martín de la Escalera, el farmacéutico y militar Joaquín Más y Guindal, el periodista José Carrasco Tellez o el también periodista e intelectual Rodolfo Gil Benumeya, eran habituales [6] y en donde el arabismo español estuvo ausente. Los años comprendidos entre 1924 y 1936 fueron claves para la posterior formulación del discurso colonial franquista en Marruecos tras la Guerra Civil. Algunos de los colaboradores de Tropas Coloniales se convirtieron en figuras destacadas del franquismo en el norte marroquí ocupando los principales puestos de la administración y del ejército colonial. La revista fue un espacio de publicación en el que los africanistas franquistas difundieron sus ideas e iniciativas, algunas de ellas recuperadas por la Alta Comisaría de España en Marruecos tras el golpe de Estado del general Francisco Franco. Un ejemplo de esa recuperación fue la creación en 1937 del Centro de Estudios Marroquíes [7] como centro de formación para personal español militar y civil con destino en Marruecos tal y como había defendido en 1925 López Rienda en su artículo « El Centro de Estudios Marroquíes. Aspectos del Protectorado ». La utilización del discurso de hermandad hispano-árabe que fue redefiniéndose en la revista durante su primera época fue ampliamente utilizado por el franquismo tras 1936. El discurso de la hermandad fue extrapolado desde el ámbito marroquí al conjunto del mundo árabe especialmente durante los años de aislamiento internacional del régimen español consecuencia de la II Guerra Mundial [8] erigiéndose en un valor en activo para el régimen español. La Revista de Tropas Coloniales es por tanto un elemento clave en la comprensión del ideario del que bebió y en torno al que se formó un sector del militarismo español [9] que desarrolló un papel de actor colonial durante el franquismo [10].
II. Consejo de redacción, colaboradores, materias y geografías de una revista [11]
5. El primer número de la revista fue publicado en enero de 1924 con el título Revista de Tropas Coloniales y con el subtítulo Propagadora de Estudios Hispano-Africanos [12]. Cuatro meses antes había comenzado la dictadura del militar Primo de Rivera en España [13]. La revista era publicada desde Ceuta siendo su fundador y primer director el militar Gonzalo Queipo de Llano quien se encontraba destinado en esa ciudad. La revista contó con un consejo de dirección compuesto también por militares : Silverio Cañadas, Francisco Franco, José Valdés Martell y Martí Alonso, y tuvo desde su primer momento el apoyo del gobierno de Primo de Rivera quien la declaró por Real Orden de « utilidad nacional ». La portada del número de abril de 1924 recogía dicha información incorporando ese dato como subtítulo de la publicación. Este reconocimiento no impidió que sus contenidos fueran supervisados por la censura militar, siendo habitual que en algunos de sus números, como el de diciembre de 1925, apareciese explícitamente indicado que el ejemplar de la revista contaba con el visto bueno de la censura.
6. El artículo firmado por Queipo de Llano, en el número de febrero de 1924, hacía hincapié en el papel que la prensa en general y la Revista Tropas Coloniales en particular debían desarrollar en la política colonial española. Su director, Queipo de Llano, enlazaba con las tesis regeneracionistas de Joaquín Costa, que defendía como una de las salidas de la crisis española de la segunda mitad del siglo XIX la materialización de una política exterior que pasaba por Marruecos [14]. Para Queipo de Llano el mantenimiento de los derechos tradicionales de España sobre el norte de Marruecos eran claves para la política, el ejército y la preservación de la identidad española. Estas tesis, según Queipo de Llano, habían sido criticadas por un sector de la intelectualidad cuya consecuencia había sido el incremento de la depresión del espíritu español afectando a la identidad nacional [15]. Según el artículo, la debilidad del ejército suponía la debilidad nacional en tanto en cuanto el ejército constituía la “base de la tranquilidad pública, garantía de las instituciones que rigen la vida de la Nación” [16]. La prensa jugaba un papel destacado en dicha debilidad, según Queipo de Llano, dado su papel de cuarto poder del Estado. Según el director de la revista, la prensa debía realizar una función informadora y formadora mediante una crítica positiva. La prensa era entendida como un agente más de la escuela de patriotismo [17]. Fue en este contexto y bajo estas funciones en el que surgió la Revista de Tropas Coloniales, tal y como señala su director :
Por nuestra parte, venimos a la Prensa animados de los más fervientes deseos de ser útiles a nuestra Patria ; practicaremos cuanto acabamos de exponer, otorgando nuestro modesto apoyo a quien rija los destinos de esta Zona [Protectorado], no por imposición que no se nos hará nunca y que rechazaríamos, prefiriendo antes quebrar nuestras plumas ; sino por creer que de ese modo serviremos mejor a nuestra causa [18].
7. Los objetivos con los que había sido creada la publicación marcaron el nombre escogido para ella y, en un primer momento, los temas abordados en sus páginas. El ejército, la política militar, la narración de las hazañas conseguidas por oficiales y suboficiales tanto en Marruecos como en el pasado, la exaltación del valor y de la moral del soldado a través de la narración de hechos llevados a cabo por prohombres, cuyos logros y virtudes eran destacados en semblanzas de personajes heroicos, fueron una constante. Esta temática era el reflejo del tipo de articulistas con los que contaba la revista militares –oficiales, médicos, ingenieros…– y colaboradores del ejército.
8. En mayo de 1924, junto a la dirección y el consejo de dirección, aparece un equipo de redacción más amplio integrado por los miembros del ejército : Alfredo Arderius, José Figuerola, Manuel Guallart, Antonio Martín de la Escalera, José Valdés y Martí Alonso, siendo nombrado en julio como director honorario de la revista Luis Bermúdez de Castro y Tomás, Comandante General de Ceuta. El equipo editorial se mantuvo al frente de la publicación hasta enero de 1925, fecha en la que Francisco Franco asumió su dirección. A finales de 1924 la acción militar mantenida por España en la zona de Yebala [19], región en la que se encontraban Tetuán, la capital del Protectorado, y ciudades como Larache y Chauen, tuvo como consecuencia la caída en combate de la mayor parte de los miembros del consejo de redacción de la revista. Entre septiembre y diciembre de 1924 fallecieron el comandante José Valdés [20], el teniente legionario Manuel Guallart, el director artístico, capitán de artillería Luis Martí Alonso, el editor Arturo Sierra Serrano o colaboradores como el general Julián Serrano Orive. Esto, sumado a las críticas que había manifestado Queipo de Llano a sus superiores en septiembre de 1924, ocasionaron su arresto durante un mes y su cese en Marruecos, incorporándose a un nuevo destino alejado ya del Protectorado. El conjunto de estas circunstancias supuso la interrupción de la publicación de la revista entre septiembre y diciembre de ese año y el nombramiento de un nuevo consejo de redacción que se responsabilizara de ella. De este modo, Francisco Franco [21] quedó al frente de la dirección de Tropas Coloniales permaneciendo ligado a ella hasta 1932, cuando fue relevado por Antonio Martín de la Escalera [22]. La revista comenzaba así una nueva época que quería ser continuadora de los principios con los que había sido creada. Así lo señalaba Franco en enero de 1925 :
Es la obra de ellos, la que continuamos hoy al reanudar la publicación de la REVISTA DE TROPAS COLONIALES, que al ver la luz, en su nuevo número desea rendir público homenaje de respeto y cariño a cuantos dieron su vida por la Patria, en las gloriosas jornadas, y de gratitud a nuestros protectores, suscriptores y colaboradores, que tanto interés han puesto en conservar y continuar la obra empezada de ofrecer a nuestro soldados del protectorado un campo apropiado a los estudios coloniales, colaborando de este modo en la obra que la nación ejerce, firme en sus compromisos internacionales, de llevar la paz y el proceso a la zona, a su custodia confiada [23].
9. La revista tuvo una gran acogida en las ciudades españoles de Ceuta y Melilla y en el Protectorado, sin embargo poco a poco la revista amplió su difusión [24] a otras regiones españolas –como lo acredita la presencia de anunciantes de Andalucía y Madrid, y países iberoamericanos como Argentina [25]–. La revista era enviada igualmente a diferentes representaciones españolas en el exterior. Este fue el caso de la Embajada de España en Francia desde donde en 1925 se transmitió al Alto Comisario de España en Marruecos el acuse de recibo del envío de varios ejemplares destacando el papel que la revista desempeñaba en la exaltación del papel del ejército, cuyas autoridades y hazañas en el Rif eran consideradas como heroicidades dignas de gesta que ensalzaban el fervor patriótico.
Quiero cumplir con el muy grato deber de expresarle las más sinceras gracias por la amabilidad que tiene de enviarme la tan interesante Revista de Tropas Coloniales, cuyo número 1 del 2º año, tengo a la vista y leo con verdadera emoción, pues al mismo tiempo que glorifica a los héroes que dieron generosamente su vida por la Patria y muestra el altísimo espíritu de esa Revista donde alentó el alma de esclarecidos militares que sucumbieron ante el enemigo, da la medida del incomparable esfuerzo que realiza en África nuestro Ejército. – Me complace y agradecería a Vd. muy de veras, que hiciese saber al Director de la Revista de Tropas Coloniales, el fervor patriótico con que acojo y hago míos los sentimientos que inspiran tan nobles páginas consagradas al recuerdo de sus heroicos compañeros y también mis parabienes por la elevada obra que realiza esa Revista, propagadora de estudios hispano-africanos [26].
10. En 1926 Francisco Franco fue ascendido a General de Brigada. Su ascenso introdujo la posibilidad de un cambio de destino alejado de Marruecos. Ante esta eventualidad Franco puso su cargo a disposición del comité de redacción de la revista, ante la dificultad que entrañaría compatibilizar la dirección con un destino peninsular. Su dimisión fue rechazada por el comité y por diversos colaboradores. Entre los colaboradores que firmaban la iniciativa se encontraban figuras como Rodolfo Gil Benumeya, Tomás García Figuera, Francisco Hernández Mir, Clemente Cerdeira y Enrique Arqués.
11. El traslado de Franco a la Península y la finalización del periodo de control del territorio en 1927 introdujo un cambio en las temáticas y en la línea editorial. Desde enero de 1928 los editoriales pasaron a estar firmados, salvo en contadas excepciones, por el geógrafo español Gonzalo de Reparaz [27] hasta septiembre de 1935. La línea editorial pasaba así a manos de alguien que no formaba parte del ámbito castrense si bien su trayectoria profesional le había llevado a Marruecos entre 1908 y 1911 como comisionado español en Tánger [28]. Reparaz era próximo al círculo africanista de la Sociedad Geográfica de Madrid. Había manifestado su apoyo al discurso del arabista Julián Ribera quien en 1904 creó el Taller de Arabistas en Tánger [29] como centro de formación del personal español destinado en Marruecos en vísperas de la colonización. El Taller tuvo una vida efímera. El objetivo era formar al personal español vinculado a la futura acción colonial en Marruecos. Se trataba de una iniciativa novedosa para España. Su creación fue publicada en la Gazeta de Madrid y constituía un punto de encuentro entre el arabismo español y la política colonial española, sin embargo éste nunca llegó a ser una realidad. La falta de medios económicos, la incertidumbre ante los planteamientos coloniales o la desconexión entre un arabismo académico y la falta, pese a los intentos de Julián Ribera, de un interés por fomentar un arabismo vinculado a la futura acción colonial pudieron ser algunos factores determinantes.
12. Durante su etapa de colaboración en la revista, Gonzalo de Reparaz narró mes a mes una historia en capítulos de las relaciones hispano-marroquíes [30]. Una historia que para él comenzaba en el siglo VIII con el desembarco de los árabes en la Península en el año 711, que pasaba por la política española en el Mediterráneo y que le llevaba hasta el inicio del Protectorado en 1912. Los artículos, redactados desde su residencia en Barcelona, eran la visión de un intelectual africanista que no pertenecía al estamento militar. Los conflictos armados eran vistos desde una perspectiva histórica y no desde un prisma militar. Durante los siete años que desarrolló su colaboración publicó una serie de ochenta y nueve artículos, convirtiéndole en el colaborador más prolífico de la revista en su primera y segunda época, hecho que llama la atención dado que Tropas Coloniales era una revista eminentemente militar en cuanto a sus componentes. La mayor parte de sus publicaciones aparecieron recogidas bajo un mismo título « El Estrecho de Gibraltar. Episodios principales de una tragedia histórica ». Gibraltar se convertía de este modo en el elemento de unión entre ambas geografías. En una bisagra, en un puente del que carecían países con intereses en el Mediterráneo como Francia o Reino Unido [31].
13. En sus artículos Reparaz aludía a la africanidad española y la españolidad marroquí. Defendía una visión de la historia de España durante el periodo medieval en la que ensalzaba los puntos de unión entre el pueblo español y el árabe, circunstancia que le entroncaba con el ideario hispano-árabe en que se fomentaba la relación existente entre ambos pueblos a lo largo de la historia y que en el fondo venía a justificar la presencia española en el norte de Marruecos como una consecuencia histórica lógica. En sus artículos además defendía el tradicional papel de España en el Mediterráneo. Reparaz enlazaba así con el discurso de Queipo de Llano en los primeros editoriales de la revista.
El milagro de la grandeza del imperio hispano-musulmán le hizo la rápida compenetración entre árabes y españoles, debida a analogías de aptitudes y temperamento, y a que el contacto entre el Oriente y el Occidente, vía África, era un hecho multi-secular, no una inesperada novedad. La inesperada novedad, sin precedente alguno, había sido la invasión germano-tártara. Lo exótico era ésta.
[…] Y tan cierta es la preponderancia de África en toda construcción política peninsular fecunda y duradera que a ella se debió también la armazón social del propio imperio hispano-gótico, el cual había sido, a su vez, más africano que europeo, ya que toda la sustancia del cristianismo, doctrina fundamental y constructora de aquel, de África procedía y era substancialmente bereber (en el temperamento) como sus fundadores Tertuliano, Lactancio y, sobre todos, San Agustín [32].
14. En esta conexión aparecía la idea de la africanidad española establecida en la longue durée. En ella aparecían vinculados personajes claves de la política, la literatura o la religión de la historia de España con África. Estos puntos de conexión servían para unir ambas geografías a la vez que demostraban una especial relación, fomentando de este modo las conexiones y no las diferencias.
15. El segundo autor más prolijo fue el militar Tomás García Figueras con un total de setenta artículos. La autoría de sus artículos contó con una doble firma : en primera persona y bajo el pseudónimo Vial de Morla. García Figueras [33] era un militar cuya trayectoria estuvo vinculada a Marruecos desde la década de 1920 hasta el fin del Protectorado en 1956. Si bien nunca llegó a ocupar el cargo de Alto Comisario fue un actor clave de la política colonial española estando al frente de oficinas regionales de intervención llegando a ser Secretario General de la Alta Comisaría, Delegado de Asuntos Indígenas, Delegado de Educación y Cultura y Delegado de Economía, Industria y Comercio. Junto a su faceta de gestor destacó la de intelectual escribiendo numerosos artículos y libros relacionados con Marruecos, el Protectorado y las relaciones existente entre ambos países [34].
16. Santos Fernández publicó una cincuentena de artículos entre diciembre de 1928 y agosto de 1933. Llegó a Marruecos como soldado y tras finalizar el servicio militar fijó en Tánger su residencia desde donde mandaba crónicas mensuales a la revista sobre todo cuanto acontecía en la ciudad. Fernández compaginó su labor en Tropas Coloniales con colaboraciones en periódicos y revistas tangerinos como El Porvenir y Adelante [35]. Junto a Santos Fernández destaca Joaquín Mas y Guindal que publicó cuarenta y cinco artículos entre 1927 y 1935. Farmacéutico y militar fue Subinspector Jefe de los Servicios Farmacéuticos del Protectorado. Sus artículos se centraron en temas de botánica : tipos de flora, plantas medicinales y de uso industrial para tintes químicos. Antonio Martín de la Escalera fue miembro del consejo de redacción de la revista desde su creación, director de la revista entre 1932 y 1936 y uno de los articulistas más activos con un total de treinta y cuatro artículos. Martín de la Escalera fue jurista y Teniente Coronel del ejército cuya trayectoria estuvo ligada a la ciudad de Ceuta. Sus artículos se centraron en tres cuestiones : el análisis del papel que debía realizar España como país colonial, la realización de una serie de descripciones de cómo se había desarrollado la ocupación del territorio y la diferenciación entre la política implementada desde Madrid con la realizada por otros países como Francia o Italia con los que compartía intereses comunes en la región. Otro de los colaboradores más destacados fue Fernando de Carranza, Teniente de Navío. Su carácter de marino le aproximó a geografías escasamente tratadas por el resto de autores apareciendo entre sus escritos espacios coloniales españoles como los del Sahara y Guinea Ecuatorial. La aproximación que realizaba en sus artículos procedía del ámbito de la historia de la marina, ejemplo de ellos son los artículos dedicados a los piratas berberiscos, o al análisis de enclaves geoestratégicos como el Paso de los Dardanelos en el periodo de entre guerras.
17. La participación de otros colaboradores fue desigual. Por debajo de este grupo de gran actividad se encuentran militares e intelectuales como Rodolfo Gil Benumeya (29 contribuciones), Francisco Franco (28 artículos), Enrique Arqués (22), José Carrasco Tellez (23), José Díaz de Villegas y Nemat A. Dahdah (17 cada uno de ellos) y Emilio López y Cándido Lobera (con 16 contribuciones cada uno de ellos). Entre otros autores con menor número de contribuciones se encuentran Emilio Mola, Clemente Cerdeira, Gonzalo Queipo de Llano, Ignacio Bauer Landauer o Manuel del Nido, entre otros.
Autores con mayor número de contribuciones en África. Revista de Tropas Coloniales (1924-1936)
Autor | Contribuciones |
---|---|
Reparaz, Gonzalo de | 96 |
García Figueras, Tomás* | 70 |
Fernández, Santos | 50 |
Mas y Guindal, Joaquín | 45 |
Martín de la Escalera, Antonio | 34 |
Carranza, Fernando de | 30 |
Gil Benumeya, Rodolfo** | 29 |
Franco Bahamonde, Francisco | 28 |
Carrasco Tellez, José | 23 |
Arqués, Enrique | 22 |
Dahdah, Nemat A. | 17 |
Díaz de Villegas, José | 17 |
Lobera, Cándido | 16 |
López, Emilio L. | 16 |
Álvarez Salamanca, Miguel | 14 |
Villalta, Fermín de | 14 |
Leria, C. | 13 |
Del Nido, Manuel | 12 |
Fernández de Castro y Pedrera, Rafael | 12 |
Potous Barceló, Juan | 12 |
García Solves, F. | 11 |
Ventura Beltrán, Joaquín | 11 |
**14 de estos artículos aparecieron bajo la firma de su pseudónimo Amor Benomar.
Fuente : elaboración propia.
18. Las colaboraciones de autores marroquíes en la revista fueron excepcionales. Tropas Coloniales era una revista destinada a la población española lo que dificultaba la presencia en sus páginas de colaboradores e intelectuales marroquíes. Solo dos consiguieron publicar en la revista : Mohamed Daud y Jacob Levy, junto Nemat A. Dahdah de origen libanés.
19. La colaboración de Mohamed Daud fue la única realizada entre 1924 y 1936 por un marroquí musulmán no vinculado directamente con la administración jalifiana. En 1925 la revista publicó el discurso pronunciado por el Gran Visir Sidi Mohamed Ben Azuz con motivo de la entrega de banderas a los Regulares y Tropas de la Mehala Jalifiana. La contribución de Daud fue publicada en agosto de 1928 con el título « Canta la ciencia y desprecia la ignorancia ». Este artículo estaba en consonancia con el ideario de Daud quien, junto a Abdesalam Bennuna, en 1925, había creado la Escuela Nacionalista Ahlia con la que querían dar respuesta a la reivindicación de un sector de la población marroquí que aspiraba a una enseñanza moderna en lengua árabe. Daud y Bennuna abogaban por la enseñanza de una historia de Marruecos, geografía marroquí o filosofía árabe impartidas en árabe en donde el elemento árabe y musulmán constituían los pilares sobre los que pivotar esta enseñanza [36]. Esta colaboración debe ser entendida en un contexto de cooperación y aproximación de la administración colonial con las elites locales.
20. Jacob Levy publicó tres artículos en la revista en el año 1929. Curiosamente, frente a lo que se pudiera pensar, sus artículos no estaban relacionados con la comunidad judía marroquí. Aunque la creación de la Junta de Enseñanza de España en Marruecos [37] en 1913 había introducido la preocupación por los estudios sefardíes marroquíes y su difusión en España sus contribuciones estuvieron centradas en la historia de los bereberes y en la tradiciones marroquíes desde un prisma religioso como el concepto de mendicidad en el Islam.
21. Nemat Allah Dahdah [38] era un periodista y escritor libanés de tradición maroní. El hecho de que se tratara de un árabe de confesión cristiana le aproximaba al orbe católico militar del que formaba parte el comité de redacción de la revista. Dahdah había estudiado con los padres Lazaristas en Líbano. Tras finalizar sus estudios de primaria continuó su formación en el Bachillerato francés, ingresando posteriormente en la Facultad de Medicina en la Universidad de Saint Joseph de Beirut. Al poco tiempo abandonó la medicina e ingresó en la Facultad de Derecho Musulmán. En 1904 se trasladó a Tánger y en 1911 obtuvo la nacionalidad española. A partir de ese momento fue nombrado Intérprete Auxiliar en la Legación de España en Tánger, cargo que compaginaba con el de profesor de árabe en la Escuela Hispano-Árabe y en la Escuela Española Alfonso XIII de la ciudad internacional. Desde Tánger se trasladó a Ceuta y posteriormente a Tetuán en donde en 1928 fue nombrado Jefe de Interpretación. Dahdah combinó esta faceta con la de redactor en diversos periódicos publicados en Tánger y en la zona del Protectorado español. Fue traductor de la Secretaría General de la Alta Comisaría, de la Delegación de Asuntos Indígenas y traductor al árabe del Boletín Oficial de la Zona del Protectorado Español en Marruecos, circunstancias que le otorgaron una relación de proximidad con los miembros del comité de redacción y con algunos de los colaboradores de Tropas Coloniales con los que trabajaba mano a mano en la administración colonial. La primera colaboración del maroní se produjo en enero de 1925. En sus artículos Dahdah presentaba una serie de hechos históricos y tradiciones marroquíes que ofrecían al lector español una visión árabe del Marruecos español.
22. La revista tenía como ámbito de interés el continente africano. Los intereses españoles en el continente se habían concentrado históricamente en el Norte de África en general y en Marruecos. Esta visión de lo africano a través de Marruecos queda reflejada en la distribución geográfica de los artículos publicados por la revista. Los artículos sobre el Marruecos español representan un 56% a lo que si se añade un 6,7% correspondiente al Marruecos francés hace un total de 62% del total de artículos publicados entre 1924 y 1936.
23. Durante los primeros años de vida de la publicación los artículos estuvieron centrados en Marruecos. Predominan contribuciones sobre el Protectorado español mientras que los artículos sobre el Protectorado francés aparecen en menor cantidad y suelen estar vinculados a las relaciones existentes entre las autoridades coloniales españolas y francesas. Se trataba por tanto de una visión de tipo colonial en donde las conexiones sociales, económicas, religiosas o políticas existentes entre ambas zonas no eran recogidas en modo alguno en la revista entre 1924 y 1936. Entre las referencias al Marruecos francés cabe destacar una serie de imágenes en las que se representan espacios urbanos o religiosos de ciudades como Fez, Rabat, Meknes o Marraquech. El objetivo de estas imágenes no sería tanto mostrar una pluralidad artística del sultanato sino reforzar los puntos de conexión entre España y Marruecos a través del arte. Estas imágenes eran complementadas con la publicación de otros espacios ligados al pasado árabe en España. Ciudades como Granada, Toledo, Sevilla, Córdoba o Ronda fueron representadas a través de espacios como la Alhambra de Granada, el Puente de Alcántara, el patio de la Casa de El Greco o el interior de la Sinagoga de Santa María la Blanca de Toledo o la Giralda de Sevilla. Conexiones que eran reforzadas con la proyección de imágenes similares correspondientes al Protectorado español de ciudades como Chauen o Tetuán.
Geografías de África. Revista de Tropas Coloniales (1924-1936)
Marruecos-Protectorado español | 735 |
---|---|
España (Al-Ándalus) | 182 |
Marruecos-Protectorado francés | 87 |
Tánger | 82 |
Internacional | 77 |
Ceuta | 39 |
Melilla | 21 |
Sahara | 17 |
Sidi Ifni | 16 |
Gibraltar | 12 |
América Latina | 10 |
Guinea Ecuatorial | 10 |
Cabo Juby | 3 |
Río de Oro | 3 |
24. España y su pasado árabe eran objeto de reflexión en un 14% de los artículos. Materias como la historia, el arte y la literatura concentraron la mayor parte de esta geografía. Se trataba de ensalzar el pasado común existente entre ambos. Las imágenes tenían su continuación en las descripciones de los principales monumentos de Al-Ándalus y en la explicación de una historia compartida que ejemplificaban el máximo esplendor y la confraternización de ambos pueblos en el pasado. Un pasado que llegaba al tiempo presente.
25. Las ciudades de Tánger, Ceuta y Melilla aparecen en un buen número de colaboraciones –un 10,9%–. El hecho de que la revista contase con un corresponsal en la ciudad internacional hizo que desde allí se enviasen mensualmente crónicas en las que se narraba todo cuanto acontecía en ella, remarcando especialmente las cuestiones políticas y sociales que afectaban a la vida de los europeos. En paralelo fueron publicados una serie de artículos sobre los intereses británicos en la ciudad, cuestiones de botánica, turismo o geografía, si bien estas representaron un 33%. Por otra parte, las ciudades españolas de Ceuta y Melilla eran abordadas desde una perspectiva histórica y como un ejemplo de desarrollo de infraestructuras y de urbanismo en donde el puerto de Ceuta cobraba un protagonismo destacado. Ceuta y Melilla se convertían en ejemplo de la labor realizada por España en tierras africanas, labor que encontraba continuidad en la política colonial mantenida por España en el Protectorado. El espacio norteafricano para España no podía entenderse sin Gibraltar, a cuyo peñón la revista dedicó un total de doce artículos. La temática se centraba en el papel comercial de Gibraltar en el Mediterráneo y en el intento de construcción de un túnel submarino que comunicase ambos lados del Estrecho y que tendría en Ceuta y en el Peñón sus puntos de acceso [39]. Dicho proyecto no llegó a materializarse si bien su posible creación fue objeto de debate por parte de las Sociedad Geográfica Española [40].
26. El Protectorado español, el Protectorado francés, la ciudad internacional de Tánger, las ciudades de Ceuta y Melilla, el Estrecho de Gibraltar y el pasado árabe español concentran el 88,5% de los artículos de la revista publicados entre 1924 y 1936. Espacios coloniales como Sáhara, Sidi Ifni, Guinea Ecuatorial, Cabo Juby y Río de Oro constituyen un 3,5%. Estas cifras hablan de dos hechos : la idea de africanidad que España tenía y la sobredimensión dada al norte de Marruecos frente al resto de colonias africanas mantenidas por España durante este periodo [41]. En 1925 el gobierno de España creó la Dirección General de Marruecos y Colonias dependiente de Presidencia del Gobierno. El nombre de este organismo, en el que Marruecos aparece nuevamente como lugar destacado, era reflejo de la importancia que España concedía a su colonia marroquí. Marruecos era considerado como « la joya de la corona » frente al resto de colonias españolas en África [42].
27. Bajo el epígrafe internacional se concentran una serie de publicaciones variadas en las que se hablan de otros espacios coloniales como Argelia o se destacan las diferencias existentes entre la política colonial española y la de otros países como Francia e Italia en el Mediterráneo. Las conferencias internacionales o aspectos ligados al periodo de entreguerras como la importancia de ciudades como Mosul, las batallas navales en el Mediterráneo, cuestiones como el laicismo de Turquía, la política colonial inglesa, el panarabismo, el imperialismo, el papel de los ejércitos coloniales, el problema de Oriente Medio o la política ferroviaria rusa en Asia Central son tratados en sus páginas. A través de estos artículos la revista mostraba la imagen de una España dentro de un contexto internacional [43] más amplio en el que otros países inmersos también en la aventura colonial deben afrontar retos y problemas similares. De este modo se transmitía la idea de una política colonial española acorde con los tiempos y preocupada por cuestiones similares a otros países europeos en sus colonias.
28. La conexión española con América Latina aparece representada en la revista en torno a dos cuestiones : el pasado colonial español, como un ejemplo de la política colonial realizada por España en el pasado, y el papel dado a España como punto de conexión entre América Latina y el Mundo Árabe [44]. En este contexto, destaca el artículo de Rodolfo Gil Benumeya publicado bajo el pseudónimo de Amor Benomar titulado « Temas Islámicos. América Árabe » aparecido en marzo de 1927.
29. Las materias tratadas en los artículos fueron muy variadas. En los diferentes números de la revista se pueden encontrar artículos sobre filatelia, geología, derecho, cartografía, mineralogía, meteorología, literatura, arte, sanidad, educación o feminismo. La mayor parte de las materias tuvieron un porcentaje de repetición muy bajo, no alcanzando en muchos casos la decena. De todas ellas sobresalen diez : colonización (341 artículos), historia (180), etnografía (124), ejército (113), crónicas procedentes de Tánger y del Protectorado francés (106), Al-Ándalus (62), economía (59), religión (53, 50 de ellas dedicados a la religión musulmana y 3 a la judía), botánica (36) e infraestructuras (30). De entra ellas, sólo las cinco primeras materias superan el centenar.
30. La colonización constituyó una preocupación en la línea editorial de la revista así como el ejército, temas que aparecieron reflejados en la cabecera de la publicación. Dentro de la materia colonización se pueden establecer diferentes submaterias : « administración colonial » e « ideología colonial » en cuyos artículos se hacía alusión a cómo era o debía ser desarrollada la política administrativa en la colonia ; la submateria « control del territorio » aludía al enfrentamiento armado entre el ejército español y las tropas dirigidas por Raisuni y Abdelkrim al-Jattabi ; la « colonización militar » en la que se destacaba el papel del ejército tras la materialización del control del territorio y la crítica a la colonización sobre lo que algunos autores mostraban su oposición o disconformidad ante la adaptación de determinadas medidas. El tema colonial y el del ejército se encontraban ligados, siendo en algunas ocasiones difícil delimitarlos. El epígrafe « ejército » concentraba una serie de artículos que hablaban de la historia de los diferentes ejércitos y cuerpos militares españoles, en donde la Legión ocupó un lugar destacado. Bajo esta materia se analizaban estrategias de combates, se señalaban cuáles debían ser las cualidades del ejército y de sus soldados o se narraban los combates que habían tenido lugar en el Protectorado. La temática de la revista fue variando entre 1924 y 1936. Si en los primeros años los artículos vinculados con la colonización y el ejército ocuparon un lugar destacado tras la finalización de las campañas del control del territorio en 1927 aparece una mayor diversidad de temas.
Relación de las principales materias de África. Revista Tropas Coloniales (1924-1936)
Materias | Número de artículos |
---|---|
Colonización | 341 |
Historia | 180 |
Etnografía | 124 |
Ejército | 113 |
Crónicas | 106 |
Al-Ándalus | 62 |
Economía | 59 |
Religión | 53 |
Botánica | 36 |
Infraestructuras | 30 |
31. Tras 1927 se observa una preocupación continua hacía dos materias : la botánica gracias a las aportaciones realizas por Mas y Guindal, y la economía en donde la geología y la mineralogía ocupan un lugar destacado [45]. En paralelo comienza a aparecer las primeras cifras de comercio. Este cambio de tendencia indica un punto de inflexión en el Protectorado español, si bien los intereses comerciales y agrarios en el Protectorado se habían mostrado como una prioridad ligadas a la idea de las posibles riquezas de las minas del Rif [46], estos artículos podrían ser interpretados dentro de la posible viabilidad de la explotación económica del Protectorado en donde a la vez que se mostraba el territorio a colonizar, desde el ámbito agropecuario y económico-comercial, serviría como efecto llamada a empresarios y agricultores españoles para que emprendiesen nuevos negocios en Marruecos. Por otra parte, esto serviría como justificación económica de la presencia española y de la atracción de capitales. Es en este contexto en el que se inserta el monográfico dedicado en junio de 1930 a la colonización agrícola.
32. En los últimos números decayó el número de contribuciones. Los artículos pasan a ser textos más extensos centrados en temas históricos y no en el desarrollo de la política colonial en Marruecos y en donde Sidi Ifni y Sahara aparecen con mayor fuerza.
33. A lo largo de la revista hay una sección que permanece invariable a lo largo de los diferentes números : la revisión de libros. Se trataba de una sección destinada a realizar breves reseñas de obras de reciente publicación relacionadas con Marruecos y Al-Andalus. La mayor parte de estas reseñas aparecen bajo la firma de Antonio Martín de la Escalera y de Tomás García Figueras desde una triple identidad : V. de M, Vial de Morla y Tomás García Figueras. García Figueras no sólo formó parte del comité de redacción sino que a través de sus contribuciones se convirtió en uno de los principales articulistas, su prolífica colaboración en Tropas Coloniales hizo que en ocasiones firmara con pseudónimo algunos artículos.
III. El soldado español, los novios de la muerte [47]
34. En 1920 José Millán-Astray creó la Legión Española en Ceuta. Franco y Millán-Astray trabajaron mano a mano en la Legión durante la década de 1920, coincidiendo con el periodo de mayor conflictividad en el Rif. La vinculación de ambos a la revista Tropas Coloniales, el papel desarrollado por el ejército español en general y de la Legión en particular en el norte de Marruecos en los años de mayor inestabilidad militar en la zona, sumado al enfoque militar de la revista, en donde la mayor parte de sus colaboradores eran militares, hizo que un elevado número de artículos de la revista estuvieran consagrados a temas castrenses convirtiéndose en un órgano de expresión del ejército africanista. En esta línea el número de marzo de 1925 comenzaba con un artículo firmado por Antonio Goicoechea que ensalzaba la figura del director de la revista, Francisco Franco, como autor de la obra literaria, Diario de una Bandera, que había sido publicado en 1922 y en la que según el propio Goicoechea expresaba cuál era el ideario moral de la Legión española. En su égloga Goicoechea otorgaba a Franco el papel de prototipo ideal de legionario convirtiéndole en su caudillo, termino con el que será conocido durante la dictadura, transformándole de esta manera en un héroe, en un modelo a seguir tal y como señala :
El soldado, audaz, se ha convertido en un caudillo ; el orador inexperto ha ceñido en sus sienes doble diadema del saber y del valor. Franco ha permanecido fiel a su propio espíritu ; su vida militar ha continuado siendo un esfuerzo incansable de desdoblamiento, en el que a cada haza sucedía otra nueva y a cada acto de sacrificio, otro que lo superaba y lo oscurecía. Ni un segundo se le ha visto en su carrera vacilar, ni sentir ese intimo desfallecimiento con que el egoísmo a menudo se disfraza de abatimiento y de pereza… en la juventud vigorosa de Franco, hay encerrado un ejemplo y una enseñanza para los combatientes que le siguen y para los pacíficos ciudadanos que lejana y pasivamente le acompañan con su admiración y con su simpatía en todo sus resonantes éxitos [48].
35. La revista, por tanto, no sólo se convertía en un medio en el que narrar las hazañas del ejército español en Marruecos y la política colonial realizada desde Madrid sino que además constituía una herramienta de difusión del ideario africanista militar, de los valores del ejército y la creación de un sentimiento nacional en el que se elogiaban a determinadas figuras del estamento militar.
36. Los artículos consagrados a un tema propio del ejército entre 1924 y 1926 suponen un total de 113 de los cuales 76 (67%) coinciden con la época en la que Francisco Franco estuvo vinculado directamente a la Legión. De entre estos artículos 23 (30%) estaban relacionados con las cualidades y valores que debían poseer el soldado español y en los que se realizaban alusiones continuas a la Legión. Diversas fueron las unidades militares que participaron en las campañas de control del territorio en el norte de Marruecos. Regulares, tabores, harkas y legionarios fueron algunas de ellas. Estas unidades centraron la atención de la revista y aparecieron de manera frecuente, sin embargo fueron los legionarios los que concentraron mayor número de artículos.
37. En las páginas de la revista aparecen cuestiones ligadas a las cualidades que debía tener el soldado español. El desprecio a la muerte aparece como una característica implícita del soldado, siendo ésta entendida como un hecho que acontece a la vida de todo ser humano con independencia de que ésta llegase en tiempos de guerra o de paz. La muerte en tiempos de guerra era entendida como uno de los mayores actos heroicos del soldado para con la Patria « Caer bajo el plomo enemigo o de pulmonía ¡que más da ! La ventaja es para quien puso su vida, al servicio de una pasión noble : la libertad, la justicia, la Patria. El ideal embellece la agonía » [49]. De esta manera, se exalta el valor de los legionarios en el Rif y su actitud despreciativa a la muerte en aras de la Patria. En diferentes artículos se narra o alude a este « descaro » hacia la pérdida de la vida a través del relato vivido por diversos oficiales en el norte de Marruecos, como el del sargento Antonio Luque, perteneciente al cuerpo de Regulares de Larache, de quien se decía que toreaba las balas del enemigo. De este modo se transmitía al lector la idea de la batalla como la de un baile similar al del toreo, en el que se entremezclaban la valentía del torero, en este caso del soldado, y su arte en el enfrentamiento ante su enemigo, y en los que los rifeños son representados como una metáfora del toro. Al igual que el torero, el soldado, ejemplificado en este caso en el sargento Luque, no tiene miedo ante su rival y en el caso de ser alcanzado por la muerte lo hace con un orgullo que es trasmitido a través de una perenne sonrisa que queda grabada en su rostro tras la muerte [50]. El valor y la ejemplaridad de los soldados españoles no sólo estribaba en su consideración de la muerte como un trámite y hecho heroico sino en que, además, ésta sucediese en pleno campo de batalla y en el ejercicio de su deber hasta el último momento. La glosa hacia sus acciones resaltaba sus últimas decisiones y palabras dedicadas a su trabajo constituyendo una expresión de su amor incondicional y dedicación a la Patria. Calificativos como gallardo, bizarro, bravo o abnegación, compañerismo o sacrificio aparecen de manera recurrente en las glosas que en diversos artículos se realizan del soldado español en África. El amor incondicional a la Patria con el que son narradas las hazañas de los miembros del ejército español no hace sino exaltar las cualidades de los diversos miembros del estamento militar yendo desde el soldado hasta los altos cuadros. En este contexto fueron narradas acciones como las del capitán de artillería Luis Martí Alonso fallecido en 1924 en el campo de batalla :
Martí, fue muerto en la avanzada de la columna, camino de Buharrax, cuando intentaba rescatar el cadáver de uno de sus moros. Moribundo y sangrante no pidió socorro para él. A gritos, rogó a sus leales que le recogiesen el dinero de la munna que llevaba junto al pecho ¡Porque no era suyo… era el oro generoso de España ! [51]
38. A finales del año 1924 su produjo un elevado número de bajas entre los oficiales españoles, afectando a colaboradores de Tropas Coloniales y a su consejo de redacción. Esta circunstancia llevó a la dirección de la revista a dedicar el número de enero de 1925 a consagrar el nombre y la acción de algunos de ellos como el comandante José Valdés Martel, gerente y redactor-jefe de la revista, Luis Martí Alonso, director artístico, el capitán jefe del Tabor de Caballería de la Mehala de Larache, Francisco Javier Ramos Winthuyssen, publicista y colaborador, el General Julián Serrano Orive, colaborador y el teniente Legionario Gullart, secretario de dirección. Entre las glosas realizadas se encontraba la del comandante de Estado Mayor Abelardo Amil de Soto :
En sus últimas horas llevó a todos el aliento de la victoria ; murió en las guerrillas empujándolas hacia delante ; con sus ojos ya vidriosos por la muerte aún balbuceaba certero de la situación : una compañía al flanco izquierdo… Estas fueron las últimas palabras de aquel Jefe brillante, conocedor como pocos de esta guerra especialísima en Marruecos, que vino a Zoco del Jemis de Beni-Arós a traernos alientos y esperanzas [52].
39. Estas cuestiones eran reforzadas con artículos en los que se exaltaba las hazañas y logros alcanzados por determinados miembros del ejército cuya trayectoria estaba o había estado vinculada a Marruecos. Esto sucedió especialmente en los primeros años de publicación de la revista en donde aparecieron una serie de retratos de altos cargos militares felicitándoles por sus ascensos o laudando sus hazañas frente a las tropas marroquíes como modelos a seguir por el resto del ejército. Este fue el caso por ejemplo del General de Brigada Serrano ascendido en 1924 y cuyo retrato fue publicado con la siguiente loa :
Con verdadero cariño y el natural orgullo de oficiales del Ejército de África y mantenedores de la Revista de Tropas Coloniales, que se honra con la interesante e inteligente colaboración del que tan dignamente mandaba el glorioso Regimiento de Infantería de Ceuta núm. 60, publicamos hoy su retrato, para consagrar así en estas páginas la satisfacción que nos causa su ascenso a General de Brigada.
Este ilustre militar, que inició su vida de campaña en Filipinas, donde obtuvo sus empleos de Teniente y Capitán, por mérito de guerra, ha desarrollado una intensísima labor en África, a cuyas campañas ha consagrado todas sus energías, sus entusiasmos y su conocidísima inteligencia y pericia.
Prestó servicio en los primeros Grupos de Fuerzas Regulares Indígenas organizados en esta Zona de Protectorado y mandó, como Teniente coronel, al grupo de Fuerzas Regulares de Tetuán, en cuyo mando continuó en comisión, aún después de ascendido a Coronel.
Actualmente mandaba el Regimiento de Ceuta, y estaba conceptuado como uno de los primeros Jefes de columna del territorio, con quien se contaba en las ocasiones en que la serenidad, la energía y las dotes de maniobra y mando eran más imprescindibles.
Reciba el ilustre General, con el cariñoso y respetuoso saludo de esta REVISTA, el de todo el Ejército de África, a quien creemos representar en estas líneas [53].
40. En esta línea aparecieron nuevas laudas, como las realizadas en el número de mayo de 1924 con motivo del treinta y ocho cumpleaños del rey Alfonso XIII, acompañadas de los retratos de las máximas autoridades españolas en el Protectorado : Alto Comisario, Luis Aizpuru ; del Secretario General, Diego Saavedra y de José Sanjurjo y Sacanell, Comandante General de Melilla.
IV. Andalucismo, hispano-arabismo y africanismo ¿la formación de un ideario ?
41. Una de las cuestiones defendidas por el africanismo español fue la vinculación existente entre España y África [54]. La idea de africanidad para España no implicaba o afectaba al conjunto del continente, estaba representada por una región concreta, el norte de Marruecos. Ello había venido marcado por acontecimientos como la guerra hispano-marroquí de 1859-1860 en donde un mismo hecho, el conflicto, era identificado o denominado de manera diferente en función del actor que así lo denominase. En España el conflicto fue conocido, y sigue siendo conocido de forma mayoritaria, como la Guerra de África, para Marruecos la contienda es identificada como la Guerra de Tetuán, mientras que en un contexto internacional es designado como guerra hispano-marroquí. La visión poliédrica de un mismo hecho marca la mirada con la que los diferentes actores conceptualizan los acontecimientos. El caso español evidencia la africanidad de un fenómeno que es tratado a modo de globalidad continental pese a que la contienda se circunscribiera en torno a la ciudad de Tetuán. Esta imagen viene inserta en un pasado que veía en las costas norteafricanas a un vecino inquietante desde la Edad Media. El caso marroquí, sin embargo evidencia una visión geográfica de un fenómeno más complejo, los conflictos mantenidos por el Sultán con Francia y España. La Batalla de Isly (1844) que había enfrentado a las tropas del Sultán con las francesas procedentes de Argelia pusieron de manifiesto la crisis interna en la que se encontraba sumida el sultanato. La guerra de 1859-1860 constituyó un conflicto más para el Sultán. La perdida de la guerra para el ejército marroquí supuso la toma de Tetuán por parte de España que incrementaba su control en torno a Ceuta y Melilla.
42. Es en este contexto del africanismo en el que la Revista de Tropas Coloniales comenzará a desarrollar el discurso de vinculación entre España y Marruecos a través de un pasado común compartido, Al-Ándalus. Este hecho dotaba a España de una especificidad de la que carecían otros países europeos inmersos en la aventura colonial. Esta especificidad española era representada en oposición a Francia, sempiterno compañero colonial español en Marruecos. La relación entre España y Francia era entendida por parte del africanismo en clave de rivalidad, en cuanto a los intereses y objetivos de ambas potencias en su colonia marroquí. Mientras que España defendía una postura basada en el desarrollo cultural del pueblo marroquí que debería desenlazar en un desarrollo de su sociedad que pondría fin al Protectorado, Francia aparece representada en el ideario español como un país interesado en los negocios coloniales [55]. De este modo, la diferencia de intenciones coloniales de ambos países viene marcada por la existencia o carencia de un pasado compartido. Lo común prevalece sobre la acción colonial y en este sentido, para España Al-Ándalus representa su máxima expresión. Este discurso, que comienza a aparecer en la prensa colonial de carácter africanista a mediados de la década de 1920, alcanzará su máxima expresión tras el golpe de Estado del general Francisco Franco en julio de 1936, a través de la denominada hermandad hispano-árabe del franquismo. Este discurso será exportado por España desde Marruecos al resto de países árabes a partir de 1945, tras el aislamiento internacional impulsado por Naciones Unidas al régimen de Franco, consecuencia del nuevo orden internacional surgido tras el fin de la II Guerra Mundial. La hermandad hispano-árabe se convertía de esta manera en una importante carta de presentación del franquismo en el mundo arabo-islámico [56].
43. Al-Ándalus se convierte así en una de los principales temas de la revista. A través de diferentes artículos se defiende la vinculación entre España y Marruecos a través de un pasado común compartido, Al-Ándalus, en el que Marruecos es entendido como una prolongación natural de España. Esta continuidad es reflejada en una serie de elementos que siguen presentes en la historia, en la arquitectura, en el pasado de algunas familias españolas cuyos apellidos de origen árabe hablan de la convivencia de ambos pueblos, y de familias marroquíes que hacen referencia a un origen morisco :
Marruecos es la prolongación lógica de Andalucía, el baluarte extremo de la cultura andaluza […]. Es absolutamente imposible establecer una diferencia absoluta entre las dos palabras : España y Marruecos ; marcar una línea de separación prescindiendo de todos los matices intermedios : españoles de abolengo marroquí y marroquíes de abolengo español ; marroquíes que tienen la nacionalidad o la protección española ; los llamados renegados españoles fundidos en la masa marroquí por un singular atavismo racial ; moros de África que se llaman García, Carrasco, Molina, Ruiz, Aragón, Chamorro, Requena ; peninsulares que ostentan los apellidos Medina, Albornoz, Alcántara, Merino, Martin o Checa– ; moros y españoles que proceden del mismo tronco andaluz y que se llaman Vargas, Venegas, Albéniz, Torres, Zegri, Alcaraz, Ronda… mil matices escalonados entre los dos conceptos absolutos « español » « marroquí » y que reclaman imperiosamente un puesto de honor en la política africana [57].
44. Esta unión, según uno de sus ideólogos, Rodolfo Gil Benumeya [58], en el Marruecos colonial había sido rota por un elemento ajeno a ambos, la población rifeña de origen bereber [59]. De este modo se establece una dicotomía entre población árabe y bereber en Marruecos. Las tensiones provocadas en los primeros años de la colonización española por parte de un sector de la población que se oponía a la entrada del colonizador lideradas por Raisuni y Abdelkrim al-Jattabi era puesta por Benumeya en una balanza negativa, descargando a la población árabe de la responsabilidad del conflicto y dejando que todo el peso de la conflictiva resistencia recayera sobre la población bereber liderada por Abdelkrim. Sin el fin de este conflicto, según Benumeya, la unión hispano-marroquí no sería posible [60].
45. La ciudad que por antonomasia debía convertirse en el símbolo de la hermandad hispano-árabe según Gil Benumeya era Granada, dado su papel de gran ciudad árabe de Europa en la que el arte y la literatura de su pasado andalusí seguían vivos en sus calles. Esta tesis fue reivindicada en la revista en mayo de 1926. Desde entonces Granada y las alusiones a su pasado árabe, su literatura, su historia, su arte… aparecieron en la revista a través de los Jardines del Generalife, la Torre de las Damas, la Torre de la Cautiva de la Alhambra, la Puerta de la Justicia, la Casa del Chapiz o el Salón de Comares de la Alhambra. Granada en este ideario aparecía acompañada por otras ciudades españolas como Córdoba, Sevilla, Ronda o Toledo que encontraron su espacio en Tropas Coloniales a través de imágenes de estas ciudades que ilustraban y reforzaban la arabidad de la geografía española, en la que además se destacaban cuestiones artísticas como la cerámica hispano-morisca, o los tejidos arábigo-granadinos. Dentro de esta línea, se observa un intento por defender que lo árabe iba más allá del sur de España y llegaba a una diversidad de rincones españoles ; ejemplo de ello es el artículo sobre arte árabe y mudéjar en Castilla de abril de 1927.
46. La revista se convirtió en un espacio de intercambio de opiniones en el que diversos autores reflexionaban sobre el papel de España en Marruecos y la interconexión existente entre pasado y presente. Los artículos de Rodolfo Gil Benumeya, que unas veces eran firmados con su nombre real y otras con sus pseudónimos Amor Benomar, Benomar y Benumeya, que defendían las tesis andalucistas eran respondidos por compañeros como Tomás García Figueras, J. Ortega Costa, Miguel Álvarez Salamanca y Humberto Cortacero. Benumeya entendía el « Andalucismo Árabe » como : « una cultura y en toda cultura importan el núcleo y la manera de hacerse, no importa su expansión » [61]. El andalucismo debía ser interpretado, según Benumeya, como una cultura y no como un regionalismo. Se trataba de una cultura que extralimitaba las fronteras españolas alcanzando Portugal, Gibraltar y Marruecos, integrando el sur de los Pirineos hasta el Atlas marroquí y que extralimitaba la cronología de la España musulmana (711-1492) llegando al tiempo presente. De este devenir quedaban al margen los conflictos. Así lo señalaba en un artículo sobre el andalucismo de Ceuta y Melilla, tradicionales espacios de conflictos entre el gobierno español y el sultanato marroquí,
Melilla y Ceuta son dos ciudades de Andalucía, Tetuán, Fez, Rabat, Tremecen lo son también en espíritu o en realidad. Entre Ceuta y Tetuán pertenecientes a dos países distintos hay un lazo de raza andaluza ¿ conviene subsistir la Ceuta de la provincia de Cádiz por una Ceuta que evoque el imperio de Felipe II ? ¿ Conviene substituir el Tetuán alhayzinero de Al-Mandari y los Lukas por el de Muley Abbas ? Creo no. Lo mismo ocurre en Melilla, emanación andalucísima del reino de Granada, paralelo absoluto de Málaga respecto a las ciudades ya extrapenibéticas pero muy andaluzantes de Fez y de Tremecen. Si Ceuta es Andalucía, Melilla es Andalucía y andaluces los habitantes de la capital del Protectorado ; ¿ Qué papel hacen en este caso los ascetas zaragozanos, musulmanes, pero de origen vasco, tan extraños aquí como los malayos que sin embargo son musulmanes e hispanos, Mindanao, Jolo ? [62]
47. La arquitectura, la arqueología o la literatura constituirían puentes entre ambos lados del Estrecho. En este sentido fueron publicados en la revista diversos artículos que ayudaban a fomentar dicha conexión apelando a escritores como Ibn Jaldun o publicando antologías de poetas árabes de la España medieval. El arte se constituía en un valor en alza. Así lo expresaba Rodolfo Gil en noviembre de 1929 :
La piedra angular de nuestra acción marroquí en su aspecto de atracción indígena es la común cultura que la Andalucía medieval creó en ambas orillas de Gibraltar. Su aspecto culminante fue el arte, que alcanzó una expansión asombrosa sólo comparable a la del griego en la Edad Antigua.
[…] Tres orígenes tiene el arte andaluz. Cuatro etapas sucesivas en su desarrollo. A cada etapa corresponde una forma puramente estrictamente andaluza, y una serie de influencias sobre España, centro-Norte, el Magreb, Europa y Levante [63].
48. Otras de las figuras que trabajó en el discurso de la España musulmana fue Ignacio Bauer Landauer entre diciembre de 1933 y enero de 1935, coincidiendo con el periodo de menor actividad de Gil Benumeya en Tropas Coloniales. Durante esta época Bauer Landauer ocupó el cargo de catedrático interino de Geografía e Historia en el Instituto Hispano-Marroquí de Ceuta. Bauer pertenecía a una familia de banqueros austriacos afincados en Madrid que desde 1848 representaban los intereses de los Rothschild en la capital española [64]. Se trataba de una familia judía que desarrolló un papel clave en la creación de la Sinagoga de Madrid junto a Ángel Pulido y Abraham Yahuda [65]. Bauer Landauer [66] era doctor en Letras, correspondiente de la Real Academia de la Historia y miembro de la intelectualidad de principios del siglo XX. El compromiso de Bauer con la comunidad sefardí española no se tradujo, en cambio, en un interés por el estudio de estas cuestiones en la revista África. Los artículos que hacen referencia a la comunidad judía marroquí o al pasado judío español son prácticamente inexistentes, representando tan solo tres artículos dentro del conjunto global de la revista para el periodo analizado [67]. En sus artículos, Bauer Landauer revisa la situación de los estudios realizados por los arabistas españoles coetáneos intentando acercar el conocimiento adquirido por estos al gran público. Para Bauer existía una desconexión entre la Academia y la sociedad española que parecía vivir al margen de los estudios más recientes. Así lo expresaba en julio de 1934,
A estos estudios arábigos son pocas las personas que se dedican y sus brillantes trabajos poco a poco van abriéndose paso en el mundo intelectual que ya va dejándose rendir por los aportaciones científicos de los beneméritos arabistas españoles.
Un día es la teoría zéjel y de su influencia en las líticas cristianas, que Ribera lanza al atónito mundo de los romanistas. Otra buen día, Asín Palacios desconcierta a los dantófilos tradicionales demostrando la paternidad islámica de muchas ideas y pasajes, hasta entonces inexplicados, de la Divina Comedia ; más tarde González Palencia, de los legajos polvorientos y de las escrituras arábigas de Toledo, hace surgir con la virtud de su erudición la vida de los mozárabes toledanos de los siglos XII y XIII y así continuamente.
Pero toda esta labor queda aún –en su mayor parte- en el terreno de los eruditos ; la mayoría de las personas no están al día en estos asuntos, que son producto de una labor de especialización. Pues bien, alguien ha de vulgarizar estas adquisiciones históricas. Y he aquí la labor que me he impuesto en este trabajo [68].
49. Tres serán los aspectos que trate en un conjunto de siete artículos publicados durante su etapa de docente en Ceuta, coincidiendo con el periodo de la II República en España : el factor musulmán en la cultura española, el arte hispano-musulmán y la enseñanza hispano-musulmana medieval. En sus escritos, Bauer señalaba la descompensación existente entre la imagen del « moro » medieval y el arte hispano-musulmán en donde unos, los primeros, aparecían representados como enemigos seculares, mientras que los segundos encarnaban un momento de esplendor de la historia del arte español. Para acabar con esta descompensación, realiza en sus artículos una enumeración de los logros o avances introducidos o conseguidos por los árabes en España. De este modo, Bauer realiza una relectura de la historia de la España musulmana, destacando el papel de la convivencia entre las diferentes religiones en donde los mozárabes, en tanto que cristianos residentes en un contexto musulmán, se convierten en un modelo de dicha convivencia. Bauer defenderá en sus artículos la importancia de destacar las similitudes existentes entre las diferentes religiones. Similitudes que aparecen expresadas según Bauer en los textos sagrados, en las conexiones filosóficas, o en el papel desempeñado por el conocimiento científico por los avances científicos o espacios como la Escuela de Traductores de Toledo. Los artículos de Bauer contienen referencias bibliográficas de los principales arabistas españoles de la primera mitad del siglo XX como Ángel González Palencia, Emilio García Gómez o Miguel Asín Palacios a través de los cuales reivindicaba las conexiones entre el pasado y el presente y el papel jugado por los arabistas españoles.
V. Conclusión
50. La Revista de Tropas Coloniales se erige en un ideario del africanismo militarista español. La revista se convirtió en un órgano de expresión de un militarismo que exaltaba los valores de un ejército que buscaba una nueva orientación tras la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898 y que encontró en Marruecos su canalización. El norte de Marruecos no sólo constituyó una salida para el ejército español sino que además se convirtió en un lugar de encuentro en el que poner en práctica las configuraciones identitarias y la misión que desde Madrid se estaba debatiendo en torno al papel que debía tener el ejército en la sociedad española.
51. La definición del ejército y la exaltación de sus acciones en un Marruecos en el que se formó una generación de oficiales españoles, es una de las cuestiones que se vislumbran en las páginas de la revista. Política, identidad, ideología, historia serán cuestiones claves que articularán gran parte de los artículos publicados por los diversos colaboradores. El análisis de las publicaciones realizadas por los autores más prolíficos destacan el inicio de un discurso, la hermandad hispano-árabe, que fue desarrollado con mayor profundidad en ulteriores publicaciones durante la década de 1940 o 1950. África. Revista de Tropas Coloniales se convierte en el espacio de formulación de un discurso sobre el que militares e intelectuales profundizarían posteriormente.
52. La temática de la revista entre 1924 y 1936 se fue adaptando a los nuevos tiempos en función de la dicotomía conflicto armado vs. acción colonial. La exaltación de los valores del ejército y la narración de las contiendas españolas en el Rif dieron paso, tras la consecución del control del territorio en 1927, a una temática centrada en dar a conocer, tanto a los miembros del ejército como a un público más generalista, el norte de Marruecos donde la búsqueda de puntos en común y la vinculación entre pasado y presente se convirtieron en una constante de la línea editorial y sus colaboradores. De este modo, desde la revista se profundizaba en un discurso que cobraría mayor impulso tras el golpe de Estado del general Francisco Franco en 1936, el de la hermandad hispano-árabe.
Irene González González
GRESAM-UCLM/IREMAM-CNRS